miércoles, 3 de noviembre de 2010

"Flores que te quiero regalar"




Ya sé, el audio no es muy bueno y la edición del video es extremadamente casera. Pero vale la pena contar la historia.

El dos de noviembre, quería encontrar a un payaso. Estaba con mi compa Pablo buscando alguno por la zona de la peatonal en el centro. (Me acuerdo que una vez cuando era chica uno de esos payasos le tiró el pelo a mi hermana y quiso robarle a mi papá. Igual, esa es otra historia...)
La cuestión es entonces, que no encontramos payaso. Puede ser porque hacía mucho calor o porque a los nenes ya les divierten otras cosas.

Como teníamos que hacer algo con fotos y audio, en un golpe de cuasi creatividad, decidimos ir al cementerio de San Vicente.
El E4 nos dejó en la puerta, y un poco desconfiados entramos. Yo había escuchado muchas historias, incluso había bordeado desde el lado de afuera los paredones, pero este martes de noviembre fue la primera vez que entré. Ni que fuera casualidad, era el día de los muertos.

Tumbas, tumbas, tumbas, flores, ladrillos, flores, tumbas y cruces, cruces, cruces. Son como más de 60 hectáreas regadas de eso.
Está dividido en partes. Apenas se cruza la puerta, hay una pequeña capilla, unas 3 cuadras de panteones, unas cuadras mas de nichos, luego el crematorio con una chimenea que aunque no largaba humo despedía ese olor tan particular y se abre el vasto campo de cruces y tumbas personales desparramadas por muchas hectáreas, 60 según un policía del lugar.

Seguridad

-“Chicos, vengan para acá. ¿Qué están haciendo? ¿De dónde son?”. Así nos llamó un policía desde un Corsa gris. Pensamos que nos iba a hacer salir del cementerio por estar fotografiando tumbas o algo por el estilo. Pero no. Quería decirnos que no nos alejáramos de ellos, que nos fuéramos rápido, que no camináramos cerca de las paredes y guardáramos cámaras y celulares. “Es muy inseguro acá. Entran y te roban lo que quieran, no importa que estés visitando a un muerto”.
“En el cementerio los vivos dan más miedo que los muertos” contaba Graciela, una florista que tiene su negocio al frente de las dos salas velatorias (que de vez en cuando actúan de depósitos de cajones durante el fin de semana o paros de municipales).
La inseguridad es materia corriente en el Cementerio San Vicente. Hay huecos en las paredes, que no sirven solo para acortar camino, sino para escaparse rápidamente después de robar.
“Las más vulnerables son las mujeres, porque a veces entran solas y con carteras. A todos los que vienen a la florería , nosotras les ofrecemos cuidarles sus cosas y les damos un par de recomendaciones”, relataba Graciela. “El negocio mas común es el del robo y posterior venta de metales y también de cajones. Entrar, sacarlas de una tumba y revender las flores también es muy común“, continuaba.
Después de un par de campanadas, el Cementerio cierra. Son las 18hs y todavía es de día. Pero “por la inseguridad no podés visitar a tus seres queridos de noche”, dice un señor viejito que encontramos en el camino de salida.

Flores
Fue el hilo conductor del soundslides. En realidad, al ir a un cementerio de día íbamos a mostrar una fachada poco usual para la mayoría. Por eso, las flores, que con sus olores y colores le dan vida a un lugar silencioso y triste. Artificiales, secas, viejas, relucientes, recién puestas y olvidadas. Representan las relaciones también entre los que están y los que se fueron.

Rituales
Más allá de la empatía con Dios, lo religioso y los sentimientos y creencias personales de cada uno con la muerte, el cementerio es un campo de costumbres, usos y valores inmenso.
“La semana pasada vino una señora con 2 taxis atrás. Venía toda la familia con tortas, gaseosas y globos a festejar el cumpleaños de su nena fallecida”, nos contó Fátima, otra florista. “Es muy común que vengan a tomar mate y a contar historias. Y esto no es tan común, pero pasa. Hay un sector en el que se hace magia negra, entrar con hierbas y esas cosas a hacer especie de rituales”, seguía Fátima.

Y como estas mil historias. El Cementerio de San Vicente es conocido por las fosas comunes que escondieron cientos de cadáveres durante la última dictadura militar, queda cerquita de Campo de la Ribera, donde funcionó un centro de detención clandestino, es el cementerio con mas historia de Córdoba y, no quiero ser morbosa, pero en nuestra provincia es la tierra bajo la que reposan más cuerpos.

Miles de historias esperan a ser investigadas y contadas. Porque un viejito me habló, y también las floristas, pero ningún empleado del Cementerio está autorizado a hablar.
Y no es porque la historia es sobre un cementerio, pero parece que para varios hablar sobre lo que pasa y hacen en San Vicente, sería enterrarse…

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